El cuadro describe con pulcritud los elementos más importantes.
En primer término y a mano izquierda se encuentra la razón de nuestra estancia en el estudio fotográfico, el fin último del trabajo. Fotografiar el desarrollo final del plato. Se encuentra estático, a merced del ordenador, a disposición de la tecla fácil del ratón que podría, en un pispas, mutar su fuerza interior, hacer que resalte algún detalle nimio que podría dar al cuadro una dimensión bien distinta.
Esta en primer término y su tamaño y posición invitan al espectador a fijarse en él. Tiene la presencia del protagonista de la película. La fuerza que otorga el misterio bien definido de lo que se esta cociendo en el estudio. La porcelana ha sido sustituida por una acera.
Pero a la vez, desde el mismo cuadro, desde la misma pantalla, parten las líneas de fuga para remarcar a los pintores que aunque se encuentran en segundo plano las líneas los señalan y refuerzan con contundencia. Hacen dirigir las miradas hacia ellos que enfrascados en mil diálogos y contrastes deciden, entre grandes dosis de dudas y de profesionalidad, como cambiar los distintos aspectos del cuadro que se empeñan en concebir. Ellos son el punto de fuga, la referencia de la escena.
Hay un punto de misterio,..¿que mira agachado uno de los protagonistas?
La escena la pinta uno de los propios pintores, recreándose en la pintura, en la escena, queriendo inmortalizar una imagen de plasticidad, de movimiento, de intriga. Todo parece indicar que el cuadro ha sido cazado. El fotógrafo ha sido retratado, el cocinero ha sido cocinado.
Todo en el cuadro es testigo mudo de la escena. Nadie quiere moverse. El mundo se ha detenido.
Si miramos los ejes de los ojos de los protagonistas podríamos cerrar un triangulo imaginario con los ojos del fotógrafo.
La pantalla blanca sobre nuestras cabezas parece invitarnos a dibujar en ella un nuevo cuadro, un nuevo plato, una nueva fotografía.
Cuadro tomado en el Palacio del Conde Duque José López
El pintor del cuadro Diego-Jonathan Velázquez.
Los retratados, Xabier Felipe IV Gutiérrez y Josu E. Margarita Behobide de Austria.
Entre ellos y fuera casi de escena juegan las meninas y su perro
Kaixo Xabi,
Estas hecho un poeta! además de cocinero…Me ha gustado mucho la crónica, el «triángulo imaginario». Espero poder seguir la serie pictórica en otra sesión.
Hasta pronto.
jONa.