Del libro Harina y Arena, (Ed Everest y fotos de Mikel Alonso) ahora en plena feria de Sevilla,…un recuerdo de una idea de 2007.DURDO EN ARCILLA
Ingredientes:
Para el durdo:
Un durdo de 150 gr aprox
Aceite de oliva
Zumo de medio limón
Sal y pimienta
Para el mojo de arcilla:
100 gr de almendra tostada
20 gr de aceite de oliva
1 cebolleta asada
15 gr de arcilla blanca
15 gr de vino blanco
Sal y pimienta
Para la pintura de arcilla:
100 gr de caldo de verduras
25 gr de arcilla blanca
Sal y pimienta.
Elaboración:
Para el durdo:
Freír el durdo en entero en aceite caliente hasta que esté dorado. Reservar.
Para el mojo de arcilla:
Mezclar todos los ingredientes y triturarlos hasta obtener una masa espesa y homogénea.
Para la pintura de arcilla:
Mezclar ambos ingredientes hasta obtener una mezcla ligera que nos permita pintar el plato. Dar punto de sal.
Final y presentación:
En un plato negro disponer en el centro un poco del mojo de arcilla. Encima el durdo recién frito con un poco de zumo de limos por encima. Alrededor unos trazos de pintura de arcilla. Comerlo untando en la pintura como si de una mayonesa se tratara.
Trasladarse a los orígenes de las cosas o de los productos es un buen sendero para introducirse entre las rendijas del comienzo de un nuevo plato. Desde esa atalaya se nos permite ver con más claridad todo lo que nos rodea. Y muchas veces lo que de verdad nos rodea es una repetición de muchas historias que calcadas unas con otras vuelven a surgir golpeando nuestra mente para que de una vez por todas las aprendamos.
La historia del hombre esta plagada de historias que se repiten. Por desgracia o por fortuna, no lo tengo muy claro, pocas veces nos fijamos en ellas, pocas veces hacemos caso a esa información. Es nuestra naturaleza. Aprendemos solo cuando nos pasa a nosotros. Eso nos da frescura por un lado pero por el otro, nos sumerge en los más complicados problemas que con un simple vistazo anterior se nos habrían solucionado.
Pero esto es así y salvo contadas ocasiones hace girar el mundo en este sentido. Lo sabemos todo y no somos capaces de aprender de los errores ajenos.
La tierra es el origen de todo y en este caso nos dio la idea de trabajar con la arcilla que no es más que eso, barro.
Y trabajando este detalle vimos que la arcilla es además un producto medicinal importante que se toma diluida en agua sin contar los efectos beneficiosos que también tiene con relación a la piel. Y siguiendo el proceso de desarenado, por el cual se retira el componente arenoso de la mezcla, podemos llegar a hacer algo realmente interesante. De sabor muy curioso y agradable. Por supuesto distinto, esto que quede claro.
La mezcla con un pescado tan delicado como el durdo se nos antojaba sencillamente gracioso y peculiar. Y no nos equivocamos.
Una de las características de la arcilla es su gran carácter hidrófilo, lo que nos permite hacer unas mezclas con texturas muy curiosas. En realidad seria barro,…no me había dado cuenta pero esto tiene unas referencias bíblicas notables. Pero no nos despistemos, vamos a
utilizar la arcilla blanca, la más pura y la más delicada de sabor. En proporciones adecuadas disfrutaremos de algo tan sencillo como curioso, la arcilla.