Platos de memoria.
Pasan por la mirada tenue de ojos que miran sin observar.
Pasan por delante de mí y se pierden entre tanta palabrería dormida y vacía.
Pasan queriendo detenerse tan cerca de mí, como lejos de su futuro.
Pasan entretenidos y sonrientes para luego perderse sin más mirada nostálgica que una mueca grotesca de despedida.
Pasan de pasar por entre mis dedos y marchan a un destino inciertamente existente.
Pasan porque la pregunta responde y oculta la contestación.
Pasan entre calados y levedades, entre algo más que palabrería.
Pasan por rectos arcos iris de grafiitis
Pasan por delgadas medidas de seguridad de estrechos pasillos de ignorancia sabia.
Son platos abortados, que nunca nacieron, que fueron fecundados y pocas veces apreciados.
Pasan por arcos de seguridad entremezclados con cacheos de falsa bondad.
Pasan registros minuciosos de espaldas. Deberán dejar toda la cubeta llena de nada.
Pasan por inspecciones de registro, por certificaciones de propiedad, por análisis exhaustivos de raza.
Pasan por manoseos de constancia, por detalles de razón.
Pero ellos no la tienen. Tienen la constancia del golpe de magia que les hacen ser tan profundos como superficiales, tan densos como ligeros, tan espontáneos como estudiosos.
Un niño seria feliz con una plastilina con la que poder jugar y comer. Pero… plastilina es solo textura o tambien color ? Porque mi recuerdo de la plastilina son berdes, amarillos, rojos… casi fosforitos… en cambio esas plastilinas tienen tonos mas apastelados y colores a higado graso de pato, la grasilla amarilla del higado de pato, y color membrillo… quiza esta bien el combinar la textura y la forma de la plastilina con colores a comida… para que un «adulto» no tenga una excusa infantil para no comerselos.